Berisso, 24 de diciembre de 1984. Mientras las campanas de la iglesia de San Francisco de Asís anunciaban la llegada de la Navidad, el padre Carlos Cajade, un joven sacerdote, se encontraba en una realidad muy distinta a la que se vivía dentro de los templos. Guiado por una profunda fe y un inmenso corazón, Cajade se adentró en un barrio marginal de la ciudad, donde la pobreza y la desesperanza eran las reinas.
Aquella noche, el cura encontró a una familia sumida en la miseria, nueve niños y su madre, Elvira Dávila, luchando por sobrevivir en una casilla de cartón. Conmovido por su situación, Cajade compartió con ellos la cena, escuchó sus historias y sintió un llamado ineludible: debía hacer algo para ayudar a estos niños y a tantos otros que vivían en condiciones similares.
Lo que comenzó como un acto de caridad espontáneo se transformaría en el motor de una gran obra. A partir de esa noche, Cajade comenzó a gestar el proyecto que daría origen al Hogar de la Madre Tres Veces Admirable, un espacio de contención y cuidado para niños en situación de vulnerabilidad.
La historia de aquella Navidad trascendió las paredes de la iglesia y se convirtió en un símbolo de esperanza para toda la comunidad. El padre Cajade, con su entrega y su compromiso, demostró que la fe puede mover montañas y que incluso en los momentos más difíciles, es posible encontrar la fuerza para transformar la realidad.
Hoy, el Hogar de la Madre Tres Veces Admirable es una institución reconocida por su labor en favor de los niños, un legado que perdurará en el tiempo como un testimonio del amor y la solidaridad.