La lista “Unidad Nodocente” renovó su peso en la UNLP
La jornada electoral que protagonizaron las y los nodocentes de la Universidad Nacional de La Plata dejó algo más que números contundentes. Dejó, sobre todo, una señal política: la consolidación de un sector que entiende que su presencia en los órganos de decisión no es un privilegio, sino una condición esencial para sostener el modelo de universidad pública que defienden. Con un nivel de participación que superó cualquier expectativa, el proceso reflejó una convicción colectiva: cuando la comunidad se reconoce parte de un proyecto común, la representación adquiere un peso que trasciende lo administrativo.
El triunfo de la Lista 1 Verde “Unidad Nodocente” no funcionó únicamente como ratificación de la conducción actual. Fue también una reafirmación del camino que el sector se propuso recorrer tras la partida del histórico referente Raúl Archuby, cuya influencia sigue operando como brújula política. La apelación a su legado no aparece como un gesto vacío de nostalgia, sino como un modo de subrayar que la identidad nodocente se construyó sobre bases de participación real, debate y defensa activa de los derechos laborales dentro del ámbito universitario.
A medida que cerraba el conteo, la lectura colectiva era clara: la unidad organizativa es una herramienta de poder. No un poder entendido como imposición sino como capacidad de intervenir en las decisiones estratégicas de la institución. Que la lista oficialista renovara su representación en la Asamblea Universitaria, el Consejo Superior y los Consejos Directivos tuvo una implicancia más profunda: evidenció que ampliar la voz nodocente en el cogobierno no es un reclamo simbólico, sino un objetivo político que cuenta con legitimidad de base.
La agenda que se proyecta hacia adelante tampoco es menor. Incluye la ampliación de espacios de representación, la creación de Secretarías de Asuntos Nodocentes en facultades y colegios, y la disputa por derechos aún pendientes, como la elección de autoridades en los colegios de la UNLP por parte de sus propias trabajadoras y trabajadores. Ese horizonte revela un proyecto que no se limita a conservar posiciones conquistadas, sino que pretende fortalecer la institucionalidad desde una mirada inclusiva y participativa.

El contexto nacional también apareció como telón de fondo inevitable. Frente a lo que muchos trabajadores describen como “políticas de ajuste cruel”, la estrategia gremial apunta a sostener la voz nodocente en la agenda universitaria con una lógica clara: sin participación efectiva de quienes sostienen el funcionamiento cotidiano de la universidad, el ideal de una institución cogobernada pierde densidad real.