Julio Villarreal es un hombre con una historia fascinante, no solo por su trayectoria profesional en la embotelladora de Coca-Cola en La Plata, sino también por el cúmulo de anécdotas y recuerdos que guarda de una ciudad y un país que han cambiado mucho desde que comenzó a trabajar allí en 1982.
Julio, conocido como el "Señor Coca-Cola" por ser el trabajador más antiguo de la empresa en La Plata, lleva 41 años dedicados a la compañía. Comenzó su carrera en un momento en que la distribución de Coca-Cola era un proceso mucho más artesanal y personal. En aquellos tiempos, los promotores de ventas, como él, recorrían la ciudad con una corbata y una carpeta en la mano, tomando pedidos manualmente y lidiando con todo tipo de situaciones, desde clientes insatisfechos hasta la implementación de nuevas estrategias de venta que rompían con las prácticas tradicionales.
A lo largo de su carrera, Julio fue testigo de la evolución tecnológica en la industria, pasando de un simple portafolio con seis productos a manejar un portafolio de más de 130 productos y utilizando herramientas digitales que han transformado la manera en que se realizan las ventas y la distribución hoy en día.
Sin embargo, más allá de los cambios tecnológicos, lo que realmente destaca en la historia de Julio son las relaciones que forjó con los dueños de negocios en La Plata. Desde enfrentamientos iniciales con propietarios enojados hasta convertirse en amigos cercanos de muchos de ellos, Julio supo cómo construir confianza y mantenerla a lo largo del tiempo. Sus historias con negocios emblemáticos como el restaurante Abruzzese, la pizzería Apo, y la Cervecería Modelo son reflejos de una época en la que el trato personal era fundamental en el mundo de los negocios.
Julio también recuerda con nostalgia los bares, restaurantes y boliches que marcaron la vida nocturna de La Plata en las décadas del 80 y 90, muchos de los cuales ya no existen, pero que él mantiene vivos en su memoria. Estos recuerdos no solo hablan de una ciudad que ha cambiado, sino también de un país que ha atravesado crisis económicas recurrentes, cada una de las cuales dejó su huella en la manera de hacer negocios.
A medida que se acerca el final de su carrera, Julio reflexiona sobre la evolución de su trabajo y la pérdida de las relaciones personales que solía tener con los clientes. A pesar de los avances tecnológicos, siente que algo se ha perdido en el proceso, y considera que esas relaciones eran un "halago" para los clientes, un reconocimiento de su importancia para la compañía.
Julio Villarreal es, sin duda, una figura emblemática de Coca-Cola en La Plata, no solo por su longevidad en la empresa, sino también por su profundo conocimiento de la historia de la ciudad y su capacidad para contarla a través de las vivencias y recuerdos que ha acumulado a lo largo de más de cuatro décadas de trabajo.