El 25 de marzo del año 31 d.C., según Dionisio el Exiguo, marcó la primera Pascua y el comienzo de una tradición cristiana. Sin embargo, la determinación exacta de esta fecha ha sido objeto de debate entre estudiosos bíblicos durante siglos.
Aunque la referencia estándar es el año 31 d.C., los estudiosos han propuesto diferentes años para la resurrección de Jesús, que van desde el 30 hasta el 36 d.C. Las discrepancias surgen debido a la complejidad de los calendarios de la época y las diversas tradiciones existentes en las primeras comunidades cristianas.
A diferencia de otras festividades cristianas con fechas fijas, como la Navidad, la fecha de la Pascua es móvil y se basa en el ciclo lunar. Se celebra el domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, establecido por el Concilio de Nicea en el año 325 d.C.
El monje Dionisio el Exiguo desempeñó un papel fundamental en el establecimiento de la fecha de la Pascua. Utilizando complejos cálculos basados en ciclos lunares, calculó las fechas de las próximas 95 Pascuas entre los años 532 y 626, proporcionando así un consenso para la celebración de esta festividad.
La Pascua moderna hereda tradiciones de celebraciones primaverales antiguas, como las festividades egipcias y griegas, así como la veneración de la diosa germánica Eostre. De estas influencias paganas surgieron costumbres como los huevos decorados y los conejos, que posteriormente fueron adoptados por los cristianos con un significado religioso.
Para los cristianos, la Pascua representa la esperanza y la vida eterna a través de la resurrección de Jesús. Aunque ha evolucionado a lo largo de los siglos, sigue siendo una de las festividades más importantes del calendario eclesiástico, recordando un momento clave en la historia de la fe cristiana.