En la mañana del sábado, el paciente psiquiátrico Gabino Espíndola, de 52 años, falleció tras haber sido víctima de un brutal ataque por parte de otro interno en el Hospital Alejandro Korn de La Plata. El agresor, quien permanecía allí desde hacía varios años, prendió fuego a Espíndola, causándole quemaduras en el 60% de su cuerpo. Aunque la víctima fue trasladada a terapia intensiva, su estado era tan grave que no resistió.

El caso, que inicialmente se manejó como "tentativa de homicidio", ahora cambia su carátula a "homicidio". Este lamentable incidente, ocurrido en el Pabellón Penfield del hospital, deja al descubierto las deficiencias en la seguridad y el manejo de los internos en instituciones psiquiátricas. La falta de información clara sobre cómo el agresor pudo haber tenido acceso a los elementos para ejecutar el ataque genera más incertidumbre sobre los protocolos de seguridad del lugar.

Aunque las autoridades investigan una posible pelea previa entre los internos como detonante del ataque, la situación pone en jaque a las autoridades sanitarias y judiciales. No es la primera vez que se registran incidentes de violencia en hospitales psiquiátricos, lo que obliga a cuestionar las condiciones de estos centros y la necesidad urgente de revisar sus protocolos de seguridad para evitar que hechos tan trágicos se repitan.

Este caso, en particular, subraya un tema sensible: la vulnerabilidad de los pacientes y la falta de respuestas contundentes ante situaciones de violencia dentro de estas instituciones. Sin duda, el Hospital Alejandro Korn se enfrenta a un escenario que exige respuestas rápidas y eficaces, ya que la tragedia de Espíndola podría haberse evitado con una mejor gestión y prevención de riesgos.