La situación de inseguridad en Barrio Norte ha alcanzado niveles alarmantes, convirtiéndose en uno de los temas más críticos para los residentes. Los relatos de los vecinos son un reflejo de una realidad que parece insostenible: los robos callejeros y los escruches, perpetrados principalmente por motochorros, se han vuelto cotidianos, creando un ambiente de miedo y desconfianza.

Los vecinos han adoptado una medida drástica para afrontar esta situación: un "toque de queda" no oficial a partir de las 19 horas. Esta restricción a la libertad de movimiento muestra el impacto del delito en la rutina diaria de las familias, afectando incluso la convivencia entre los propios habitantes del barrio.

La reciente decisión de la Municipalidad de desmantelar el puesto de vigilancia en Plaza Alsina ha generado aún más preocupación. Aunque las autoridades aseguran que no es una medida definitiva, los residentes sienten que la falta de un plan alternativo deja a la comunidad vulnerable frente a la creciente ola delictiva.

Un hecho reciente refuerza estas inquietudes: un violento intento de robo a un comerciante a solo unos metros de la plaza, horas después de la eliminación de la caseta de vigilancia. El atacante, armado con una pistola, disparó a un vehículo sin que la víctima resultara herida, pero el episodio dejó en evidencia la fragilidad de la seguridad en la zona.

Este tipo de incidentes no hace más que confirmar lo que muchos temen: la sensación de desamparo se agrava con cada medida que parece desmantelar la seguridad, sin ofrecer alternativas claras que restauren la confianza de los habitantes en su entorno.