Aquel 27 de marzo de 1994, en el circuito semipermanente de La Plata, el automovilismo argentino sufrió una nueva pérdida: Osvaldo "Pato" Morresi. Tras la trágica muerte de Roberto Mouras en 1992, Morresi se convirtió en otro ídolo que dejó una huella imborrable en el corazón de los amantes del Turismo Carretera, especialmente los seguidores de Chevrolet.
Nacido el 15 de agosto de 1952 en San Pedro, Morresi encontró su pasión por el automovilismo desde joven, influenciado por las competencias en ruta que presenció en su tierra natal. Debutó en el Turismo Nacional en 1975 y luego ascendió al TC con un Chevrolet en 1984, enfrentando los desafíos con determinación y coraje.
A pesar de no haber sido campeón, Morresi conquistó el cariño del público gracias a su estilo aguerrido y su lealtad a la marca Chevrolet en una época dominada por Ford. Ganó ocho carreras en 153 participaciones, destacando su victoria en Buenos Aires en 1990, donde derrotó al tricampeón Pincho Castellano en un emocionante duelo.
Su simpatía, carisma y dedicación lo convirtieron en uno de los pilotos más queridos del TC. Su partida, ocurrida en un trágico accidente durante una carrera en La Plata, dejó un vacío irreparable en el mundo del automovilismo argentino.
A pesar del dolor por su pérdida, el legado de Morresi perdura en la memoria de los aficionados, quienes lo recuerdan como un verdadero ídolo del TC, un hombre que corrió para ganar y que conquistó corazones con su pasión por las pistas y su entrega incondicional.
Treinta años después de su último vuelo, el Pato Morresi sigue vivo en el recuerdo de quienes lo admiraron y lo aplaudieron en cada carrera. Su espíritu de lucha y su amor por el automovilismo lo convierten en un ícono eterno del Turismo Carretera.