El consumo de carne vacuna en un nivel mínimo en el país: un impacto económico y cambio de preferencias alimenticias

Esta tendencia refleja una disminución marcada, atribuida a la recesión económica y a preferencias crecientes por fuentes de proteínas más económicas como el pollo y el cerdo, desafiando el consumo tradicional de carne bovina en el país

10-07-2024 - Por La Movida Platense

El consumo de carne vacuna en un nivel mínimo en el país: un impacto económico y cambio de preferencias alimenticias

El consumo de carne vacuna en Argentina ha caído a niveles históricos en 2024, con una proyección anual de 44,8 kg por habitante, según un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Este valor es el más bajo registrado en al menos 110 años, reflejando una tendencia decreciente exacerbada por la recesión económica y un cambio en las preferencias de los consumidores hacia fuentes de proteínas más económicas.

Desde mediados del siglo pasado, el consumo de carne vacuna ha ido disminuyendo, reemplazado gradualmente por carnes como el pollo y el cerdo. La actual situación económica del país ha intensificado esta tendencia, llevando a muchos argentinos a optar por alternativas más accesibles. La proyección de 44,8 kg por habitante en 2024 está muy por debajo del promedio histórico de 72,9 kg y del mínimo de 46,9 kg registrado en 1920.

En cuanto a la producción, la carne bovina alcanzó 1,26 millones de toneladas en los primeros cinco meses del año, una caída del 8% respecto al mismo período de 2023. Según el informe de la BCR, el total de animales faenados fue de 5.513.000 cabezas, también una disminución del 8% respecto al año anterior. Sin embargo, la BCR aclaró que estos números superan los de años anteriores, cuando la sequía no impactó tanto en el número de animales enviados a faena.

El incremento de la producción en 2023 llevó a una caída en las existencias bovinas del país. Según los datos de stock bovino al 31 de diciembre de la Secretaría de Bioeconomía, las existencias a finales del año pasado se situaban en 52,8 millones de cabezas, una reducción del 2,7% o 1,5 millones de animales respecto a 2022. Esta es la mayor caída anual desde 2009, cuando las restricciones a la exportación de carne bovina provocaron una liquidación de stock por parte de los productores. Como resultado, el stock ganadero a finales del año pasado se encontraba en su nivel más bajo en 10 años.

Para 2024 se espera una menor faena y producción de carne. El consumo de carne bovina en 2023 alcanzó 2,44 millones de toneladas, un 4% más que en 2022 y el mayor en cinco años. Las exportaciones aumentaron un 6% interanual, logrando el segundo mejor registro anual desde 1990, solo superado por 2020.

Este año, el desempeño ha sido desigual en el ámbito interno y externo. El consumo aparente de carne bovina en los primeros cinco meses del año está entre los valores más bajos de la serie. Entre enero y mayo se absorbieron internamente 870.000 toneladas de res con hueso, superando solo a 2021 y marcando una caída del 14% respecto al mismo período del año pasado.

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Un dato adicional que evidencia la depresión del mercado interno es que la participación del consumo en la producción de carne bovina está en valores mínimos desde al menos 1990: el 69% de la producción entre enero y mayo de este año se destinó al mercado interno, frente al 75% del año pasado y lejos del 85% promedio del siglo.

La contracara de este menor consumo es un incremento en las exportaciones. Según la Secretaría de Bioeconomía, el volumen despachado entre enero y mayo de 2024 alcanzó 385.000 toneladas de res con hueso, un 10% más que en 2023 y el volumen más alto de la serie. Sin embargo, medido en valor, la exportación solo crece un 1%, ya que los precios promedio de exportación cayeron un 8% respecto a los primeros cinco meses del año pasado.

Hacia adelante, la BCR proyecta que el consumo de carne bovina en Argentina podría llegar a ser el más bajo en al menos 110 años. “El consumo de carne vacuna en Argentina se encuentra en una tendencia decreciente desde la segunda mitad del siglo pasado, en la medida en que ha sido sustituida por otras fuentes de proteínas. Esta tendencia se ve agravada por la actual recesión económica, llevando a muchos consumidores a inclinarse por el consumo de pollo y cerdo, alternativas más económicas”, afirmó la BCR.

Se proyecta que el consumo anual por habitante en 2024 sea de solo 44,8 kg, muy por debajo del promedio histórico de 72,9 kg e incluso por debajo del mínimo de 1920, cuando se consumieron 46,9 kg por habitante. A pesar de todo, en la comparativa internacional, Argentina sigue siendo uno de los países con mayor consumo per cápita, casi igualando a Uruguay y superando ampliamente a Estados Unidos (38 kg), Australia (27 kg) y Chile (26 kg).

De acuerdo con las proyecciones, la remuneración bruta promedio del sector asalariado alcanzaría para comprar 146,6 kg de asado en 2024, una caída del 5,6% respecto a 2023, cuando el poder de compra de los sueldos era de 155,2 kg. En comparación con el consumo promedio de los últimos diez años, en 2024 cada habitante consumiría cerca de 22 kg menos por persona, marcando una caída del 13,3%.