Cómo preparar a las nuevas generaciones para liderar el futuro de las empresas familiares

Por Jael Itzcovitch. Directora y Mentora de Estim Groups

13-06-2025 - Por La Movida Platense

Durante décadas, las empresas familiares fueron gestionadas bajo una lógica de continuidad vertical, donde la sucesión era un mandato más que una opción. Los tradicionalistas, los baby boomers, y las generaciones anteriores fueron educados bajo el principio de responsabilidad: “esto es lo que te toca, hacelo bien”. Muchas veces sin espacio para elegir, sin preguntar si eso era lo que realmente deseaban. El esfuerzo, la lealtad y el sacrificio estaban por encima de los deseos personales
En ese marco, la felicidad personal no era una variable por considerar. Importaba sostener el apellido, la reputación y la estructura del negocio. Muchos siguieron ese camino, pero también muchos lo hicieron a costa de su bienestar emocional o de relaciones familiares quebradas.


La realidad actual: el dilema de la generación X


Hoy, los líderes que pertenecen a esa generación X viven un dilema complejo. Muchos de ellos heredaron una empresa familiar sin haberla elegido realmente, y saben lo que significa sentir esa presión. Por eso, cuando les toca educar a sus hijos, quieren hacer algo distinto. No quieren repetir la historia. No quieren imponer. Quieren que sus hijos sean felices, auténticos, libres.
Y en ese deseo profundo, aparece un nuevo conflicto: en nombre de esa libertad, muchas veces no comparten con sus hijos el mundo de la empresa. No los exponen a las dificultades, los desafíos, ni al valor real del legado. Quieren protegerlos. Pero en ese intento de no condicionar, terminan alejándolos.
Como resultado, muchos jóvenes no sienten conexión con el negocio familiar. No lo conocen, no lo valoran, no lo sienten propio. Y sin pertenencia, no hay deseo de continuar.


¿Qué hacemos con esta nueva realidad?


El desafío actual no es forzar una continuidad, sino construir una conexión genuina. Que el acercamiento a la empresa familiar sea una opción, no una carga. Que el vínculo con el legado se base en tres pilares: libertad, vocación y habilidades personales. Y para eso, se necesitan espacios donde los jóvenes puedan explorar esas dimensiones.
Allí es donde los Grupos Estim se presentan como una solución estratégica. Un espacio donde cada joven puede conocer la historia de su familia, identificar sus talentos, y preguntarse cuál es su lugar posible. Sin presión. Sin mandato. Con acompañamiento y comunidad.

Grupos Estim ayuda a convertir un mandato silencioso en un propósito compartido. A transformar una herencia en una posibilidad. Y a reconstruir una relación con la empresa familiar que no se base en el deber, sino en la elección consciente. En Latinoamérica, el 85% de las empresas son familiares, pero pocas logran una transición exitosa de una generación a otra. En Argentina, según datos de PwC, solo el 30% de las empresas familiares logran llegar a la segunda generación y menos del 15% a la tercera. Esta fragilidad en la continuidad se explica, en gran parte, por la falta de procesos sistemáticos de preparación para las nuevas generaciones.

A nivel global, cifras similares refuerzan este diagnóstico: de acuerdo con el Family Firm Institute (FFI), apenas el 12% de las empresas familiares sobreviven hasta la tercera generación. Estas estadísticas ponen en evidencia que la preparación intencional y estructurada no es solo deseable, sino imprescindible.
En ese contexto, la pregunta ya no es si hay que preparar a los más jóvenes, sino cómo hacerlo de forma eficaz, respetuosa y sostenida.
Preparar a la siguiente generación no es transferir un mando: es generar un proceso que permita a los futuros herederos conocerse, aprender, conectar con su historia y construir su propia visión de futuro. Muchas veces, las familias caen en la trampa de querer "formar líderes" sin crear el espacio emocional, relacional y estructural para que esos líderes puedan realmente emerger.

Allí es donde los Grupos Estim marcan una diferencia. Diseñados específicamente para jóvenes vinculados a empresas familiares, los grupos ofrecen un espacio confidencial, guiado y entre pares, donde cada participante puede explorar su propio rol, fortalezas y deseos. Lejos de imponer un camino, Estim propone una metodología que favorece el descubrimiento personal, la construcción de comunidad y el desarrollo de herramientas concretas.

Porque preparar no es imponer. Es acompañar con estructura, con comunidad y con autenticidad. Y eso requiere conciencia. Conciencia de que el cambio generacional no es solo una transición de nombres en el organigrama. Es una transformación profunda de expectativas, formas de liderar, lenguajes emocionales y motivaciones personales. Las nuevas generaciones ya no se sienten motivadas solo por la estabilidad económica o el deber familiar. Buscan sentido. Propósito. Autenticidad.

Los padres y madres que hoy lideran las empresas familiares están cada vez más abiertos a esta realidad. Entienden que la felicidad de sus hijos no puede nacer de la imposición de un destino que no eligieron. Y, sin embargo, viven una encrucijada dolorosa: muchas veces necesitan que sus hijos se involucren, porque el futuro del negocio depende de ello. Pero también saben que obligarlos puede romper vínculos, dañar la confianza o provocar desmotivación.

¿Cómo balancear ese dilema? La respuesta no es lineal. Pero sí empieza con una condición fundamental: generar conversaciones honestas, profundas y continuas. Abrir el juego a la exploración. Crear espacios donde los jóvenes puedan ir reconociendo su lugar sin presión. Donde tengan la información necesaria para tomar decisiones responsables y sostenibles. Donde puedan decir "" o "no" con libertad y fundamentos.

Grupos Estim es uno de esos espacios. Un lugar donde los jóvenes no son formateados, sino escuchados. Donde se preparan, no para cumplir un mandato, sino para entenderse a sí mismos y construir un camino propio dentro o fuera de la empresa. Y al hacerlo, colaboran también a sanar y fortalecer la relación con sus padres, a reducir la tensión familiar y a sembrar continuidad real.
Porque preparar a la siguiente generación es también un acto de amor: darles herramientas para que decidan bien, incluso si su decisión es no seguir el camino que esperábamos.


Por Jael Itzcovitch. Directora y Mentora de Estim Groups.