Una tragedia que desnuda falencias estructurales
El juicio por la muerte de Lucas Lin, el niño de 5 años que se ahogó en una colonia de vacaciones del Colegio Lincoln de La Plata en 2019, avanza con el desarrollo de los alegatos. Este caso no solo busca justicia para Lucas, sino que también pone en evidencia las graves deficiencias institucionales y humanas que llevaron a esta tragedia.
En la octava jornada del debate, los defensores de los acusados intentaron desmarcar a sus asistidos de las responsabilidades, señalando fallas en la supervisión municipal, en la organización de la colonia y en las condiciones laborales. Cada testimonio parece reforzar una imagen preocupante: un sistema donde la seguridad era opcional y la improvisación, la norma.
Los abogados destacan la falta de recursos y decisiones adecuadas en la colonia. Por ejemplo, el guardavidas asignado señaló que el espacio requería al menos dos profesionales, algo que no se cumplió. Por otro lado, la docente a cargo de Lucas no cumplía los requisitos básicos para ejercer su rol, exponiendo un descuido inadmisible por parte de la institución.
A esto se suma un señalamiento constante hacia las autoridades municipales, que habrían habilitado un predio que no cumplía con los estándares necesarios. La tragedia de Lucas es también un llamado de atención sobre cómo el abandono estatal puede ser tan letal como la negligencia individual.
Mientras los acusados buscan desligarse de la responsabilidad, los padres de Lucas exigen respuestas. Su lucha no solo interpela a los involucrados, sino a toda la sociedad, que debe reflexionar sobre las condiciones en las que confiamos la vida de nuestros hijos.
Este juicio no puede ser solo un trámite judicial. Si no se toma como una lección contundente para garantizar la seguridad en las colonias de vacaciones y reforzar los mecanismos de control, la muerte de Lucas será una tragedia más en una lista que no debería existir.