Según los últimos datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en el mes de septiembre, la Canasta Básica Total (CBT) en Argentina experimentó un aumento del 12,2%, manteniendo la misma tendencia alcista que el índice de inflación del mismo período. Esto significa que un hogar típico compuesto por dos adultos y dos niños necesitó $319.422 para satisfacer todas sus necesidades básicas y evitar ser considerado como viviendo en la pobreza.
Por otro lado, la Canasta Básica Alimentaria (CBA), utilizada para medir los gastos necesarios para cubrir las necesidades alimentarias de una familia, aumentó a $147.881 durante el mes de septiembre. Aquellas familias cuyos ingresos no alcanzan esta cifra son consideradas en situación de indigencia.
A pesar de un aumento ligeramente más bajo que el índice general de inflación, que se situó en un 12,7% en septiembre, la CBA registró un incremento del 13,2%. En lo que va del año 2023, ambas mediciones superan el Índice de Precios al Consumidor, con la inflación alcanzando el 103,2%, la Canasta Básica Alimentaria subiendo un 120,1% y la Canasta Básica Total aumentando un 109,4%.
Estos datos ponen de manifiesto que los productos de primera necesidad continúan aumentando a un ritmo superior al promedio, a pesar de los intentos del Gobierno de congelar precios y establecer acuerdos. Cabe destacar que tanto la línea de pobreza como la de indigencia se calculan en función del costo de vida mínimo de una familia compuesta por un hombre de 35 años, una mujer de 31, una hija de 8 años y un hijo de 6 años, sin tener en cuenta los gastos de vivienda.
El INDEC también proporciona información sobre los ingresos necesarios para otros tipos de grupos familiares. Por ejemplo, una familia de tres personas formada por una mujer de 35 años, su hijo de 18 y su madre de 61, necesitó gastar $117.730 en septiembre para cubrir la Canasta Básica Alimentaria y $254.297 para alcanzar el costo de una Canasta Básica Total.
Esta situación pone de relieve la presión que ejerce el aumento acelerado de los precios de los productos de primera necesidad sobre los niveles de pobreza e indigencia, especialmente teniendo en cuenta la dificultad de los salarios para seguir el ritmo de la inflación.