La noche de ayer fue el punto final para una banda criminal que sembraba el terror en las calles de Gonnet. La Comisaría 13, en estrecha coordinación, mandó a volar todo por los aires en un allanamiento que no dejó títere con cabeza. La Fiscalía 13, y el Juzgado de Garantías 4, tuvieron un papel clave en este desenlace sangriento.
El objetivo primordial de la movida era cazar a Gustavo S., de 49 años, acusado de dejar un reguero de dolor tras de sí. Una mujer valiente, de 32 años, levantó la voz y denunció el horror que había vivido a manos de este demonio. Se decía que la habría atrapado en una pensión siniestra en la 504, entre 21 y 22, donde la habría sometido a vejámenes sin fin, dejándole heridas internas que ni el tiempo podrá borrar. Y por si fuera poco, la habría amenazado con plomo caliente durante su cautiverio.
El allanamiento se mandó a hacer en dos cuevas que se creía que este tipo usaba como nidos. La primera, en la 1 entre 79 y 80, salió como el culo: nada de nada. Pero la segunda, en la misma 504 que olía a muerte, destapó algo mucho más grande.
Dentro de la pensión maldita, con sus siete cuartuchos en el sótano, planta baja y primer piso, se encontraron con un corral lleno de bichos malos. Brian P. (26), Martina C. (20), Guillermina D. (20) y Lucas T. (29) quedaron encajados por su supuesta danza con el crimen. Les cazaron con las manos en la masa, rodeados de pruebas que más de uno los mandarán a pudrirse tras las rejas.
La lista de trastos que agarraron es tan larga como la fila en el mercado. Dejaron los pasamontañas de lana negra, los cincuenta y tres precintos de 20 cm (¿en serio, tanto precisaban?), los guantes aislantes de cuerina de mierda, y hasta un arsenal de celulares variados, incluyendo hasta carcazas de iPhone 5. ¿Quieren más? Dos cacharros punto a punto marca Motorola, un rifle de aire que ni se sabe de dónde salió con serie D111265, una falsa Bersa Thunder 9 mm, un .32 largo Custer con número A 6415, una pistola Tala sin número de serie, otra Bersa .22 con el número C 66312 y varios almacenes de carga.
Proyectiles para todos los gustos: .32, .22 y hasta ganas de matar. En efectivo contaron unos míseros $5940 que seguro no les alcanzaba para el after de la noche. Y si se te ocurre pensar que estos tipos saben lo que es un límite, hasta agarraron doce blisters de pastillas para cortar, una balanza digital que no era para pesar frutas, y una buena dotación de droga: 500 gramos de marihuana y 366 gramos de cocaína, para endulzar la vida, ¡vamo' arriba!
Y como para completar la fiesta, hasta tenían una cámara para filmar sus movimientos, como si fueran estrellas de la joda. El informe de la cana no se olvida de agradecer a la maraña de fuerzas que metieron el hombro en la movida, desde los tipos tácticos, los motomandados, los patrulleros de oficio, y hasta la caballería, que aunque parezca mentira, también tiene su papel en estos bailes.
Las calles de Gonnet respiran aliviadas, pero no hay que bajar la guardia. La pesadilla puede estar a la vuelta de la esquina, como una sombra esperando el momento para volver a morder. Por ahora, el barrio duerme tranquilo, pero nunca se sabe cuándo volverá a rugir el bajo mundo en estas calles.