La historia de Juan Manuel Irigoyen Ezeiza es un testimonio de talento y pasión que desafiaba cualquier expectativa. Este niño de 6 años, oriundo de Parque Sicardi, ya suma más de 200 goles en apenas dos años jugando en el fútbol infantil de La Plata, y su camino lo ha llevado por Estudiantes, Boca y ahora Gimnasia.

Juanma no es solo una promesa, sino un ejemplo de cómo el fútbol puede ser mucho más que competencia. Su padre, Gastón, lleva un registro detallado de cada gol y partido, demostrando el apoyo y orgullo que acompaña a este joven fenómeno.

A pesar de las oportunidades en clubes de AFA como San Lorenzo y Boca, la familia ha priorizado el disfrute sobre la presión. Según Gastón, “él juega para divertirse”, una postura que resalta la importancia de no perder de vista la esencia del deporte, especialmente en la infancia.

En este sentido, su llegada a Gimnasia parece haber sido el paso natural. La cercanía del club con su hogar y un ambiente más amigable permitieron que Juanma continuara su formación en un entorno más accesible y familiar.

Con Lionel Messi como referente y un mural del astro argentino en su casa, Juanma demuestra que, más allá de sus habilidades, tiene los sueños y la humildad de cualquier niño apasionado por el deporte. Su familia juega un rol clave para que no pierda el piso, recordándole que su éxito es el fruto tanto de su talento como del trabajo en equipo.

En un fútbol infantil donde muchas veces los resultados parecen importar más que los valores, la historia de Juanma y su familia destaca la importancia de priorizar el disfrute y la formación integral. Tal vez su nombre aún no resuene en las grandes ligas, pero su historia ya inspira en las canchas de La Plata.