El tránsito en La Plata se ha convertido en un verdadero problema. A medida que la cantidad de autos y motos crece, las calles de la ciudad no están preparadas para soportar este volumen de vehículos. Según el último informe del SAME, se registran en promedio 600 accidentes mensuales, y el número de víctimas fatales ascendió a 41 a multas de octubre, cifra que llega a 51 si sumamos a los municipios de Berisso y Ensenada.

Uno de los momentos más críticos es entre las 12 del mediodía y las 3 de la tarde, cuando la ciudad experimenta un caos vehicular debido al cruce de horarios de salida de escuelas y universidades con los turnos laborales. La falta de coordinación en los semáforos y el estacionamiento desordenado, tanto de autos como de taxis, incrementa aún más la congestión. Los patrulleros municipales, aunque visibles durante la noche o los fines de semana, brillan por su ausencia en los horarios más conflictivos.

Sin embargo, lo que realmente agrava la situación es la imprudencia de los conductores. El uso del celular mientras se maneja y la ansiedad por llegar a destino parecen ser las principales causas de los accidentes. Además, los baches, algunos de ellos con años de historia, siguen siendo una amenaza para la seguridad vial.

El rol del Estado ante esta situación sigue siendo una incógnita. ¿Está realmente en la agenda de los funcionarios municipales y provinciales la urgente necesidad de mejorar la infraestructura y aumentar la presencia policial? La falta de un control adecuado parece ser la receta perfecta para seguir sumando víctimas en las calles de La Plata.

En un contexto donde la imprudencia parece ser la norma, las imágenes de peleas en estaciones de servicio, como la ocurrida en 31 y 66, nos recuerdan que la violencia en la vía pública también es una consecuencia de este desorden generalizado. La pregunta sigue siendo: ¿cuándo comenzará la ciudad a tomar en serio la planificación de un tránsito más seguro y organizado?