DEPORTES EN EL RECUERDO | Final 1967 Estudiantes-Racing: el día que el Pincha reescribió la historia

En una época en que la supremacía de los grandes parecía indestructible, Estudiantes irrumpió con una identidad incómoda, desafiante y revolucionaria, quebrando un monopolio de más de tres décadas. Esta es la historia de cómo un equipo artesanal, disciplinado y sin complejos le cambió el pulso al juego al enfrentar al todopoderoso Racing de Pizzuti.

11-12-2025 - Por La Movida Platense

Final 1967 Estudiantes-Racing: el día que el Pincha reescribió la historia

El fútbol argentino siempre tuvo fechas capaces de dividir el calendario en un antes y un después. El 4 de agosto de 1967 pertenece a esa categoría. No fue solo la coronación de un campeón: fue la confirmación de que un club sin linaje grande podía modificar las reglas tácitas del poder.

Ese día, Estudiantes de La Plata irrumpió en la historia grande del deporte con una convicción que desbordó el marcador, la final y hasta la lógica del momento.

Mientras en Avellaneda se construía un equipo monumental bajo la conducción de Juan José Pizzuti, un plantel pensado para dominar con la pelota, con vértigo y con una estructura táctica adelantada a su tiempo, en La Plata se gestaba algo distinto.

Osvaldo Zubeldía, lejos de los reflectores y de la comodidad de los gigantes, trabajaba desde la fragilidad institucional, apostando a un proyecto que combinaba disciplina, análisis milimétrico y una capacidad para competir que incomodaba a todos. Dos escuelas antagónicas, nacidas casi en simultáneo, parecían destinadas a encontrarse.

El Racing de 1966 y 1967 era la encarnación de lo sólido: un conjunto que presionaba, que atacaba con muchos, que defendía con la misma intensidad, que mezclaba juveniles consagrados en tiempo récord con figuras que habían vuelto desde el exterior para cerrar sus carreras con gloria.

Era un equipo que imponía respeto, estilo y una idea contagiosa. El Equipo de José había modificado el paisaje del fútbol argentino, pero en su camino aparecería un rival que no dudaba en discutir cada detalle.

En Estudiantes, la transformación fue tan profunda como silenciosa. Zubeldía no solo entrenaba: reeducaba. Le dio protagonismo a chicos que crecieron con un rigor pocas veces visto; elevó a Bilardo, Pachamé, Madero, Aguirre Suárez, Verón y tantos otros a un nivel competitivo que sorprendía por su disciplina y por su personalidad. El Pincha no prometía belleza: prometía eficiencia. Y cumplía...

El Campeonato Metropolitano de 1967 fue el escenario perfecto para que ambos modelos chocaran. Racing navegaba entre el torneo local y la Copa Libertadores, donde buscaba consolidar su lugar en el continente.

Estudiantes avanzaba sin estridencias, acumulando victorias y ejecutando un plan que parecía diseñado para incomodar a los poderosos en el momento justo.

Los dos cruces en la fase inicial fueron una señal temprana. Estudiantes ganó en Avellaneda y repitió en La Plata, exhibiendo un temple que alimentó la mística. Mientras la Academia resolvía su semifinal con autoridad frente a Independiente, el Pincha sobrevivía a un 4-3 agónico ante Platense en la Bombonera, un partido que condensó la esencia del equipo: sufrimiento, determinación y reacción.

La final en el viejo Gasómetro no enfrentó solo a dos clubes: enfrentó dos miradas sobre el deporte. El Racing que venía de un ciclo perfecto fue sorprendido por un Estudiantes que sabía exactamente qué partido quería jugar.

Los de Zubeldía golpearon con un gol de Raúl Madero, y desde allí construyeron un dominio que no solo neutralizó al rival, sino que lo superó en determinación, lectura del juego y personalidad. Los tantos de Verón y Ribaudo sellaron un 3-0 que hoy parece inevitable, pero que en aquel momento fue un terremoto futbolístico.

Ese día se quebró una racha de más de 36 años sin que un club no considerado grande ganara un campeonato de Primera División. Pero, más allá de las estadísticas, se quebró un paradigma: a partir de 1967, ya nadie pudo suponer que la jerarquía se hereda por historia.

Estudiantes abrió un camino que luego ampliaría en el continente y en el mundo, ganando tres Copas Libertadores consecutivas y la Intercontinental de 1969, pero su revolución comenzó allí, en aquel Gasómetro que fue testigo del nacimiento de una nueva cultura futbolística.

El fútbol argentino, desde entonces, ya no volvió a ser el mismo. Ni sus ideas, ni sus entrenadores, ni sus ambiciones. Lo que Estudiantes hizo aquel día fue más que ganar una final: instaló una doctrina que, décadas después, sigue siendo discutida, analizada y estudiada.


Las formaciones aquel día


Estudiantes: Alberto José Poletti; Ramón Aguirre Suárez, Carlos Pachamé, Oscar Miguel Malbernat, Raúl Horacio Madero; Hugo Spadaro, Felipe Ribaudo, Carlos Salvador Bilardo, Marcos Norberto Conigliaro; Juan Miguel Echecopar y Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.

Racing: Antonino Spilinga; Oscar Gómez, Nelson Chabay, Oscar Martín, Miguel Ángel Mori, Alfio Basile; Humberto Maschio Fernando Parenti; Norberto Raffo, Juan José Rodríguez y Joao Cardozo. DT: Juan José Pizzuti.