En La Plata, la principal ciudad de la provincia más importante del país, una familia de empresarios gastronómicos cuyas principales virtudes no son justamente la honestidad intelectual y el apego al cumplimiento de las reglamentaciones, se maneja a su antojo desde hace varios años con total impunidad, en la cara de un millón de personas a las que sí se les exige moverse dentro del marco normativo.
Esa familia, más específicamente dos hermanos sesentones, han construído un imperio en el rubro de bares, restaurantes y cervecerías platenses.
Valiéndose de todas las artimañas posibles, regentean con la impunidad del lejano oeste norteamericano, cada uno de sus locales de consumo masivo de bebidas y alimentos servidos, negreando empleados, esquivando los controles sanitarios, laborales y reglamentarios del municipio, la provincia y la nación, para gastar lo mínimo posible en el funcionamiento, muchísimo menos que sus competidores a los que les cae siempre todo el peso de las leyes y normas locales, encareciendo su oferta y achicando enormemente sus márgenes de ganancias y de crecimiento.
Pedir una factura por el pago de tu consumo en alguna de sus Trattoría's (restaurantes italianos), o por sus Masse Boulangerie's (masa de panaderías), o tal vez por unos Runnie's (tragos de reconocimiento internacional), o sus corredores gastronómicos plantados en viejos Bazares con X, puede llevar a que estos señores Foodie's (conocedores gourmet), con aspecto de cualquier cosa menos de Paesano's (pueblerinos), traten de quemarte en Los Fuegos de su infierno, desprevenido consumidor platense.
"Sacarles una factura por tu consumo a estos mafiosos, es algo más peligroso que intentar extraerle una muela a un tigre hambriento en pleno celo y persiguiendo a una tigresa alzada", graficó un ex empleado de los "peligrosos hermanos L". Al parecer, pocos argentinos han logrado practicar con tanta eficiencia y longevidad comercial, la miserable cultura de la evasión en todos los rubros como Carlitos y Marce. Expertos domadores de inspectores y todo tipo de funcionarios a fuerza de billetazos y otras formas de cohechos de variada índole y tamaño, construyeron un verdadero imperio gastronómico que supera en facturación (y mucho más en ganancias) a cualquier empresa del Gran La Plata.
"Fundaron la Cámara de Empresarios del sector hace varios años, con el objetivo real de monitorear el verdadero estado comercial de cada uno de sus competidores, para así saber cómo y dónde mandarlos a apretar, buscando certera y eficientemente que se fundan y entonces comprarles el fondo de comercio por dos mangos", aseguró un conspicuo conocedor de las laserantes picardías de los "peligrosos hermanos L".
Lo llamativo del caso es la inocuidad sindical del gremio que nuclea a los trabajadores gastronómicos del Gran La Plata, al mando del mal mozo Mauro Coronel, adicto voluntario a las cometas sin ser astrónomo y cultor de las fiestas nocturnas platenses en locales de sus verdaderos jefes, los "peligrosos hermanos L".
Los Leuzzi son la peor calamidad que le ha ocurrido a la gastronomía platense. Ahora se chorean el nombre de La París para hacer su mierda disfrazada de “tradición”. Quiero que cesen de respirar. https://t.co/Zwz6F26M0A
— Guillermo (@Gullermo_) December 27, 2023
La nieta del histórico fundador de "La París", Alana Pérez Muñoz, ha levantado una denuncia pública alegando que los empresarios encargados de la remodelación y reapertura del local se han apropiado indebidamente de la marca.
Tras el cierre del emblemático negocio durante la pandemia, un grupo empresario liderado por los "peligrosos hermanos L", se acercó a la familia Pérez con la intención de reabrir la confitería. Los Pérez acordaron, de buena fe, negociar una licencia de uso de la marca, pero después de casi tres años, el inigualable sello "La París" se ha promocionado en medios locales sin un contrato firmado ni el pago del canon acordado.
A pesar de las charlas "amenas" y las idas y vueltas sobre el contrato, la familia Pérez no ha firmado nada, y el grupo inversor se niega a abonar el canon acordado por el uso de la marca registrada en el IMPI. Alana Pérez Muñoz dejó claro que la familia no autorizó ningún contrato con el grupo para el uso de su marca.
Aunque el proyecto próximo a abrir en la esquina de 7 y 49 se promociona como "La París", la nieta del fundador asegura que los productos no serán los mismos y que la historia y prestigio de sus abuelos no se reflejarán en este nuevo emprendimiento.
Esta denuncia arroja dudas sobre la legitimidad de la reapertura de "La París" en su ubicación tradicional y plantea interrogantes sobre la autenticidad y continuidad de la marca en manos de los nuevos inversores, generando controversia en torno a la propiedad intelectual y la preservación de la identidad histórica del emblemático establecimiento del que, como en otros casos menos conocidos, echaron mano impunemente los "peligrosos hermanos L".
Luego del comunicado emitido en las últimas horas por Alana Pérez Muñóz, nieta de Coco Pérez (dueño de “La París” desde 1969) e hija de Francisco Pérez Muñoz (titular de la marca registrada como Gran Confitería París), el empresario gastronómico Carlos Leuzzi, brindó detalles en torno al uso de la licencia de la marca “La París” y el proceso legal que se abrió.
Carlos Leuzzi: "Usamos el registro de la marca del propietario que es 'París Confitería'; no nos transmitieron un know how"
El empresario a cargo de la reapertura de la emblemática confitería en la tradicional esquina de 7 y 49, en diálogo con el prestigioso portal colega LAPLATA1.com precisó que “el local estaba vacío, ya habían cerrado hace cuatro meses, a nosotros nos llamó el propietario del inmueble, a quien nosotros ahora le alquilamos y el propietario tiene una marca registrada, que no es la de ellos”.
“Hay 35 marcas registradas como París en la Argentina” comenzó relatando Leuzzi.
“Nosotros le alquilamos al propietario, quien es el que tiene la marca registrada. Más allá de todo, será una cuestión legal entre ellos, por la marca registrada que tenemos nosotros a través del propietario” remarcó. “De lo que era, es todo distinto, quedó de la tradición un 40% y todo lo demás es todo nuevo. Estos emblemas de la ciudad le pertenecen a la ciudad y no a las personas” sumó Leuzzi.
En el comunicado, Alana había señalado que “se promocionaba la reapertura en distintos medios locales con fotos de los avances de obra y contando cómo iban a ser las medialunas y los distintos productos tradicionales que se iban a volver a vender”. Luego aseguró que su padre no tenía nada firmado hasta el momento y que se negaban a abonar el canon acordado.
En ese marco, Leuzzi, precisó que “hubo negociaciones, pero no nos pudimos poner de acuerdo, porque tampoco tenían nada para ofrecernos, no tenían recetas, no tenían nada. Nosotros hicimos una oferta y no nos pusimos de acuerdo y por eso decidimos utilizar el registro de la marca del propietario y no la de ellos”.
“Nosotros tomamos la decisión de volverla a abrir, y eso fue todo” indicó y agregó que “hubo negociaciones, pero las pretensiones de ellos son infundadas, no nos transmitieron un know how, lo estamos haciendo todo nosotros, las recetas, todo, entonces no nos interesaba ese know how ”, sentenció Carlos Leuzzi.
Carlos Leuzzi: "Usamos el registro de la marca del propietario que es 'París Confitería'; no nos transmitieron un know how" #LaPlata https://t.co/A3HR8U5wMV
— LAPLATA1.com (@laplatauno) December 21, 2023
“Los sabores y la estructura del negocio va a ser todo distinto, se resolverán luego las cuestiones legales, nosotros queremos trabajar e ir para adelante y recuperar para le gente de la ciudad ese emblema” concluyó el titular de la Cámara de Empresarios Gastronómicos de La Plata.