La sangre tiñó las calles del Barrio José Luis Cabezas en una noche trágica, cuando Francis C., de 33 años y con prontuario, fue abatido a balazos mientras trapeaba su auto. La comisaría Cuarta de Berisso confirmó que el hombre fue herido de bala en pleno pecho mientras lavaba su fitito, pero la muerte le dio el beso de la parca poco después.
La escena del crimen quedó marcada en el asfalto caliente, sobre las arterias 53 y 122, apenas a una patada de las vías del tren. El estampido de los disparos retumbó en la cuadra, dejando a vecinos enmudecidos por el horror. Los asesinos, montados en una Honda XR Negra, se esfumaron como fantasmas, escupiendo goma por la calle 50 en su huída.
Los ojos vigilantes de las cámaras de seguridad, públicas y privadas, están bajo escrutinio en busca de pistas. Mientras los canas cuelgan los trapos sucios al viento, los malandras responsables corren libres como pajaritos al viento, huyendo hacia la penumbra.
Fuentes cercanas a la pesquisa informaron que Francis, el finado, tenía historia en la cana. La investigación baraja la teoría de que este crimen maldito sea un ajuste de cuentas, una deuda pendiente que se pagó en plena calle con plomo caliente.
Las sirenas de los patrulleros retumban en la noche, clamando justicia por el asesinato a sangre fría de Francis C. La carnicería en el Barrio José Luis Cabezas se tiñe de rojo, y la Comisaría Cuarta no descarta ningún escenario macabro en su caza de los malvivientes.
El crimen se teje con hilos de sangre y venganza, y la comunidad berissense tiembla ante la sombra de la muerte que acecha en sus propias calles. La causa está en manos de la justicia, que deberá desentrañar la madeja de este homicidio agravado, mientras la ciudad se sume en un silencio sepulcral.