Política

Brutal asalto en Altos de San Lorenzo: laburante acabó hecho mierda y los crotos sigue en la sombra

Tremendo episodio sacudió las calles de Altos de San Lorenzo. Dos forajidos hicieron de las suyas, sembrando el caos en plena madrugada. La víctima, laburante de la gastronomía, terminó hecho un desastre, con el rostro desfigurado y el cuerpo maltrecho, tras encontrarse en el camino de estos maleantes que lograron esfumarse con total desfachatez.

El pibe en cuestión, laburante de mozo, regresaba el lunes pasado en la madrugada a su humilde morada. Pero la tranquilidad de la noche se esfumó cuando, pasadas las 5 de la mañana, dos crotos lo emboscaron en la esquina de 27 y 86, un rincón que ya es conocido por su fama turbia. El tipo iba camino a su guarida en el cruce de 24 y 82, buscando refugio después de un duro día de trabajo.

Las cámaras de vigilancia atraparon los momentos previos al asalto, mostrando cómo los dos malvivientes se le abalanzaron al flaco, ni cortos ni perezosos, buscando arrebatarle su celular y cualquier cosa de valor. Una historia de violencia sin tapujos.

Después del escarmiento, los malandras se dieron a la fuga, dejando al herido en la lona. Una vecina que pasaba por ahí lo encontró casi en las últimas y no dudó en dar el grito al cielo, alertando sobre el caso que ya era un descalabro. A los pedos, el pibe fue trasladado al hospital, quedando al borde de las cuerdas.

El tipo golpeado hasta el tuétano fue identificado como Daniel B., de unos 38 años que se llevó su buena tunda esa noche. Hasta el momento, nadie se hace cargo del quilombo que se armó en las calles. Por eso, están metiendo presión a la raza, pidiendo cualquier pista sobre estos dos soretes que se mandaron el moco, como para tirarle un salvavidas a la cana.

La zona, bajo la batuta de la Comisaría Octava, está en pie de guerra. El barrio todavía tiembla por lo que pasó y la gente no se guarda ni un poquito de bronca. Nadie quiere que estas ratas sigan haciendo de las suyas por ahí, y la búsqueda está en pleno apogeo. En fin, un capítulo oscuro en la historia de estas calles, donde el peligro siempre acecha en las sombras.