Política

Reunión turbulenta en el despacho de Yasky: sanguchitos de miga y tensión política

Una buena cantidad de diputados del bloque de Unión por la Patria se juntaron en el quinto piso del Anexo del Congreso, específicamente en el despacho de Hugo Yasky, para charlar después de la movida que sacudió al bloque libertario y dejó a Oscar Zago fuera de la presidencia.

La reunión, que incluyó sanguchitos de miga y agua mineral, se armó para discutir "alternativas" y "estrategias" frente al revuelo que se armó.

Además de Yasky, estaban presentes Carolina Gaillard, quien presidió la comisión que ahora está bajo Marcela Pagano y que investigó a los jueces de la Corte Suprema el año pasado. Sin embargo, la charla dejó de lado los tecnicismos sobre reglamentos de comisiones para meterse en temas más profundos sobre política parlamentaria y liderazgo.

La movida se corrió rápido por WhatsApp, esa app querida por los peronistas del interior que animan el grupo "Federales". La cantidad de invitados se disparó a casi 30, y en ese momento apareció Germán Martínez, el presidente de la bancada, acompañado por Agustina Propato y Ariel Rauschenberger.

Al parecer, Martínez no estaba contento por no haber sido consultado ni invitado a la reunión. "No es la primera vez que arman algo a mis espaldas", comentó un diputado del interior.

Lo llamativo es que ninguno de La Cámpora estaba presente, lo que evidencia las diferencias en la construcción política dentro del bloque y la tensión con el cristinismo.

La discusión central ahora gira en torno a la derogación del DNU. Mientras los "12 apóstoles camporistas" dudan en llevarlo al recinto, los kirchneristas y los legisladores ligados a gobernadores del PJ o sin techo quieren apurarlo.

Después de una jornada con juristas que expusieron sus argumentos contra el DNU, uno de los kirchneristas usó una "metáfora del imán" para explicar la situación. Otros plantean que todavía no tienen suficiente fuerza y podrían perder si algunos legisladores cambian de opinión. Pero los más ansiosos advierten que, con el tiempo, los gobernadores estarán más débiles y tendrán que apoyar la derogación.