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Patrulleros sin patente: el doble estándar que erosiona la confianza en las autoridades

En Argentina, la Ley Nacional de Tránsito N° 24.449 establece sanciones severas para quienes circulan sin patente o con la identificación adulterada. Las multas oscilan entre $61.500 y $123.000, además de la retención del vehículo por hasta 15 días.

Sin embargo, una situación particular ha generado gran malestar en las redes sociales: patrulleros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y de la Provincia circulan sin cumplir con esta normativa.

La cuenta de Twitter Los vivos de la patente” (@tapamelapatente) se ha convertido en un espacio de denuncia ciudadana, donde se exponen fotografías y videos de vehículos oficiales sin patentes o con identificaciones manipuladas.

Esta situación despierta un fuerte debate sobre el doble estándar en el cumplimiento de la ley, ya que mientras los ciudadanos comunes sufren las consecuencias de estas infracciones, las autoridades parecen quedar exentas de responsabilidad.

Las excusas oficiales, como la supuesta participación en "operativos encubiertos" o que se tratan de "vehículos nuevos sin registro", no convencen a la mayoría de la población. El hecho de que quienes deberían dar el ejemplo sean los primeros en transgredir la ley genera una sensación de injusticia. Es importante recordar que la ley es para todos, y los patrulleros, como vehículos oficiales, deben ser los primeros en cumplirla.

La falta de patente no solo es una infracción, sino un símbolo de desigualdad que socava la confianza en las instituciones. Este doble estándar no solo vulnera la normativa, sino que transmite un mensaje peligroso: las reglas no se aplican por igual, y eso debilita los fundamentos de cualquier sociedad democrática.

El ejemplo histórico del General José de San Martín, quien reprendió a un subalterno por no cumplir con una norma, nos recuerda que el cumplimiento de la ley debe ser inquebrantable, incluso para las máximas autoridades. Hoy, esa lección parece olvidada frente a patrulleros que violan las normas básicas de tránsito.

Es hora de que las autoridades retomen el ejemplo y demuestren que la ley es para todos, sin excepciones